¡Cinco frente a cuatro! El Tribunal Supremo de EEUU abolió la semana pasada la pena de muerte para aquellas personas que eran menores de edad cuando delinquieron. Parece un respiro para los que nos oponemos a la pena capital. Sin embargo, lo extraordinario de la noticia, viniendo de la primera superpotencia del globo, radica en el escasísimo margen con el que se aprobó la abolición: cinco frente a cuatro siendo, uno de esos cuatro, el propio presidente del Supremo. Por otra parte, a nadie se le escapa el hecho de que el actual presidente de los EEUU, George W. Bush, no se ha caracterizado, precisamente, por su compasión. Siendo Gobernador del Estado de Texas no vaciló en confirmar la ejecución de más de un centenar de condenados batiendo, en el 2000, el record absoluto de dichas ejecuciones para un solo Estado en toda la historia de los EEUU. Mucho más reciente hemos podido seguir en tiempo real como un país era invadido “por su propio bien” causando la muerte a cientos de miles de personas.
Sin embargo, la moral, que no la conciencia, aconsejó a EEUU secundar, eufemísticamente hablando, a Honduras y Costa Rica en la Asamblea General de la ONU, cuando el pasado 18 de febrero se aprobó una declaración, no vinculante, que insta a los todos los gobiernos a que tomen las medidas oportunas para prohibir todo tipo de clonación, incluyendo la terapéutica o, como correctamente habría que denominarla, Técnica de Transferencia Nuclear. Bélgica, Reino Unido y Singapur se mostraron completamente opuestos a dicha declaración. No hay que olvidar que estos países son claramente favorables a la clonación con fines terapéuticos; Inglaterra ya ha aprobado varios proyectos en este sentido y Singapur ha sido el destino de trabajo para el grupo del Dr. Bernat Soria, defensor de la utilización de preembriones humanos en ciencia y líder de la investigación en diabetes.
Tras la adopción de la declaración de la Asamblea, Bruno Stagno, embajador de Costa Rica, manifestó: “La ONU ha dado finalmente un paso hacia la protección de la vida humana”. ¿De qué vida estamos hablando, de ese preembrión constituido por unas 100 células indiferenciadas y pluripotentes utilizado en investigación para futura aplicación en terapia humana? ¿Estamos hablando, acaso, de esos millones de hombres, mujeres o niños con enfermedades tan terribles como alzheimer, parkinson, esclerosis múltiple, diabetes o daños medulares que podrían tener una posibilidad en la investigación con preembriones? O, quizá, ¿hablamos de esos familiares que sufren impotentes la enfermedad que le acaece a su padre, madre, hijo/a o hermano/a?
Vaya por delante mi más enérgica oposición a la Clonación Humana, a la verdadera clonación reproductiva. De hecho, ningún país ha apoyado nunca este tipo de iniciativa. Considero que hacer una copia de otro ser humano sí atenta contra la dignidad del individuo como “entidad” única, con perdón de los gemelos univitelinos. Sin embargo, la transferencia nuclear no persigue, ni lo hará jamás, la reproducción de ningún humano. En esta técnica no se parte del amor de dos personas, no hay coito, ni fusión de espermatozoide alguno con óvulo. Dentro de poco, no hará falta ni óvulo donante y el producto final finalizará con la diferenciación dirigida de las células de la masa interna de un blastocisto.
Juan Carlos Izpisúa, director del laboratorio de Expresión Genética del Instituto californiano Salk en la Jolla y del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, ya ha anunciado que pedirá permiso a Sanidad para utilizar técnicas de transferencia nuclear en sus investigaciones. Por su parte, la ministra Elena Salgado se ha apresurado a declarar que su ministerio apoyará dichos proyectos siempre que cuenten con el respaldo de los estudios jurídicos y éticos. El Comité de Bioética Internacional ya se ha manifestado a favor de la investigación con embriones humanos, por lo que deberíamos zanjar el asunto de la ética en dicho tema. Otra cosa es la moral o, según la RAE, “aquello que pertenece o es relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia”. Aquí entramos en la concepción personal de lo que es bondad y malicia. Algo que me reconforta, pues me permite coincidir con otras personas al considerarme moral, aunque no vea malicia en intentar salvar vidas humanas investigando con preembriones y sí en la pena de muerte o en la invasión y destrucción de países. Eso si, de la Conciencia... hablaremos en otra ocasión.
Jose Antonio López Guerrero, Profesor Titular del
Departamento de Biología Molecular del Centro de Biología Molecular "Severo
Ochoa"-UAM