Mercedes Pardo Buendía, vinculada en la actualidad a la Universidad Carlos III de Madrid tras su paso por la Universidad Pública de Navarra como Profesora de Sociología del Medioambiente, está a punto de cumplir su primer año al frente del Comité Español de Investigación y Cambio Global (CEICAG), tras una dilatada trayectoria profesional en el campo que incluye los cargos de vicepresidente del Research Committee 24 (Environmental Sociology) de la Asociación Internacional de Sociología y experta para la preparación del Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (International Pannel on Climate Change), del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Meteorología, entre otras menciones. En este especial sobre el cambio climático y el protocolo de Kyoto, es la propia Mercedes Pardo la encargada de presentar a dicho comité en el artículo “ Se ha creado el Comité Español de Investigación del Cambio Global (CEICAG)” , pero además ha tenido la amabilidad de contestar a nuestras preguntas:
Lo vivo como científica y también como ciudadana con una vida cotidiana que incide en el Cambio Climático. Como científica social, intento aportar mis conocimientos sociológicos a una mejor comprensión del problema, así como a las posibles soluciones a desarrollar con éxito. Como ciudadana, intento llevar un estilo de vida que minimice el impacto ambiental, aunque con fuertes contradicciones en muchos casos, pues para que ello se produzca plenamente se requiere también cambios en las estructuras, como, por ejemplo, todo lo relativo al uso del automóvil privado versus transporte colectivo.
Una alteración sustancial del clima global que hará aumentar la temperatura del planeta entre 1,4 y 5,8° C a final de siglo, y que, una vez estabilizada la concentración atmosférica de CO2, seguiría aumentando durante algunos siglos debido a la fuerte inercia que tiene el sistema climático.
Las causas de las actividades humanas (que son sobre las que más podemos incidir) son las emisiones a la atmósfera de ciertos gases contaminantes (CO2, entre otros). Estas actividades son los procesos de combustión de las industrias, centrales energéticas, automóviles, aviones…
Las consecuencias que se prevén, y que ya se están produciendo en algún grado son, entre otras, cambios catastróficos en la precipitación global y grandes alteraciones en los ecosistemas globales, con los resultados de más días calurosos, mayores acontecimientos extremos (sequías, inundaciones…), deshielo polar, aumento del nivel de los océanos y mares... Todo ello tiene un impacto directo sobre los seres humanos, su vida cotidiana, y la organización social y económica. Destacaremos la expansión del área de enfermedades infecciosas tropicales, inundaciones de terrenos costeros y ciudades, muertes por catástrofes “naturales”, extinción de incontables especies de plantas y animales, fracasos en cultivos en áreas vulnerables, posible edad de hielo en zonas actualmente habitadas… Esos impactos directos pueden llegar a producir otros impactos inducidos de carácter social, económicos y políticos, pero no por ello menos importantes como son: disminución de las prácticas democráticas a favor de prácticas autoritarias o dictatoriales; aumento de las desigualdades sociales... Como siempre, los más afectados serán los más pobres, particularmente los de los países empobrecidos. Las políticas de mitigación conllevan cambios importantes en nuestros estilos de vida, como es el caso por ejemplo de la necesaria disminución en el uso del automóvil privado.
Sí que existe ya de forma importante esa percepción social, tanto en la comunidad científica, como en la política y en la ciudadanía. La prueba está en que el Cambio Climático es ya parte relevante de la agenda política internacional (Protocolo de Kyoto), aunque todavía haya países que disientan (Estados Unidos, por ejemplo) o científicos que minimicen su gravedad. Así y todo, hay que ampliar y profundizar esa percepción social a todos los ámbitos de la sociedad, a los gobiernos, a los científicos, a los sectores económicos, al conjunto de la ciudadanía en definitiva, con una mejor información sobre el problema y las políticas para combatirlo, y sobre la conexión entre nuestras actividades concretas cotidianas y el Cambio Climático, de lo cual no se es tan consciente.
El Protocolo de Kyoto lo considero muy importante. Es la primera vez que se toma un acuerdo internacional (149 países) sobre este tema (debemos tener en cuenta lo difícil que es llegar a acuerdos mundiales, aún en la época de la globalización), se convierte así en Ley Internacional que obliga a los países firmantes a conseguir unos objetivos cuantificados (-5,2% global, -8% la UE , +15% España), en unos plazos establecidos (2008-2012). Como científicos, sabemos que esas cifras son todavía escasas, que no son suficientes, que se necesita una mayor reducción de las emisiones de efecto invernadero. Sin embargo, los científicos sociales sabemos del efecto multiplicador que puede tener una iniciativa política como ésta, si se continúa con unos liderazgos decididos y sin pausa, claro está. Los científicos sociales tenemos la obligación de investigar sobre las barreras sociales a un cambio social como el que el problema requiere (cambios tecnológicos en las empresas; disminución del uso del automóvil privado, por ejemplo) para aportar conocimiento sobre cómo contrarrestarlas y convertirlas en oportunidades (mejora del transporte colectivo; disminución del ruido y la contaminación en las ciudades, siguiendo con el ejemplo anterior). Esas barreras en el caso de España son grandes; no hay más que ver el aumento de estas emisiones en un 45% desde 1990.
Como ya he dicho, el cambo climático, aunque nos afecta a todos precisamente por su carácter global, su impacto final es mayor para aquellos países y grupos sociales más pobres, ya que cuentan con menos recursos no sólo económicos, sino también políticos, educativos, de información, que son tan importantes como los económicos para su mitigación. Obviamente, los procesos migratorios necesariamente se verán acrecentados todavía más de lo que ya están siendo, en dirección países pobres hacia países ricos, pues las personas legítimamente aspiran y merecen tener acceso a mejorar sus condiciones de vida.
El CEICAG se propone la movilización de la comunidad científica española para abordar el desafío del cambio global desde un punto de vista multidisciplinar, y facilitar su participación en los programas internacionales de investigación sobre cambio global. En términos de oportunidad, el CEICAG ofrece la posibilidad de ahorrar recursos estratégicos y de generar redes que aceleren e integren los descubrimientos científicos sobre CG, donde España tiene un potencial y una línea de investigación consolidados. Le damos mucha importancia también a d ifundir a la sociedad los logros en investigación en CG, particularmente los derivados de los esfuerzos con participación española, así como a f omentar la horizontalidad y la interdisciplinariedad en la investigación científica de ese campo.
Sí creo que están concienciados, aunque todavía presentan resistencias a enfrentarse a las fuertes medidas que requiere el problema, por las propias inercias, así como por los intereses económicos ( los grupos de presión que representan los intereses de grandes corporaciones transnacionales dedicadas al negocio del petróleo, la generación de energía, la fabricación de vehículos y el transporte masivo de pasajeros por tierra, mar y aire ), por la ciudadanía que en muchos casos se resiste a cambios drásticos, y no digamos a la eventual disminución de su nivel de consumo. En fin, los gobiernos tienen una gran responsabilidad en liderar el cambio, pero las sociedades deben de estar dispuestas a ello. Esto no es una historia de buenos y malos, aunque los haya más malos, por supuesto.
Sí que muestran interés, y están haciendo un buen papel aunque mejorable desde luego. Los medios de comunicación de masas, entre los que destaca la TV y radio, pueden mejorar la información, en el sentido de hacerla más pedagógica y también menos catastrofista. Las investigaciones sociales han puesto de manifiesto que los mensajes totalmente catastrofistas, en vez de movilizar, producen el efecto contrario: paralizan. Conviene mantener un balance entre transmitir la gravedad del problema pero también informar sobre las cosas que se están haciendo y se pueden hacer para abordarlo. También ocurre que se da por supuesto en lo que hay que informar, cuando eso en sí mismo en un ámbito de investigación social. El mensaje no es el que se emite, sino el que se recibe, y es el receptor el que selecciona lo que le entra y lo que no, en función de una serie de asuntos que no vienen a cuento desarrollar en esta corta entrevista. Aunque no sólo, quizá ayudaría realizar un Decálogo de la Información sobre el Cambio Climático.